Deja esta noche encendidas las luces;
no temas, ya, que ahuyenten el dolor
de la materia naciente. Sin voz,
deja que todo, su lugar, ocupe,
y da descanso a los cuerpos que nucen
los llantos angustiados de tu amor.
Nunca hallarás, así, la producción;
dándole un nombre al mal que seduces.
Deja que el gozo invada tu daño;
no reduzcas tu cuerpo a tu piel;
no exijas luz sin sombra, pan sin cruz;
entrega a la distancia el olvidado
sueño que te trazó este papel.
No te permitas seguir siendo tu.
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