La risa de un vaso sobre una mesa,
la impaciencia de un atardecer,
la luz escondida entre los umbrales
de una casa ausente de todo don.
el grito irresistible de la angustia,
el silencio, el olvido y el perdón.
la eterna circunstancia y la pérdida
de sí; el uso de la asonancia.
un año, seis meses, cuatro semanas;
todo él un tiempo de más; un instante
de lujo, el gozo de la amistad.
Un ruido entre los muros, una leve
queja, una cebolla mal cortada,
una constante pérdida de agua.
Un cuadro en el desván, el comedor
o la alcoba; una discusión
a deshora, una disputa a tiempo.
Un litro de cerveza, una cayena.
La misma melodía, el mismo bar.
Un salto, una cama y un graznido.
Jardinería de defensa y píxels.
Un abrazo, un llanto y un tal vez.
La blasfemia que mueve nuestro ser
junto a la redención de un encuentro
azaroso que aún nos arrastra a todos.
Qué no nos va a quedar de la vida?
Qué va a perderse en la tierra y el mar?
El viento sigue rasgando la arena
que, juntos, hemos ido acumulando.
Qué quedará de la cima alcanzada?
El humus, la materia primordial,
que otra vez volverá a ser... sin sernos.
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