Cruza este cuerpo el dolor de una herida
trazando el límite que ella quebranta;
recorre un temblor esta garganta
buscando entre los labios su salida.
Se vierte todo sobre la dolida
materia. El interior ya no aguanta
sobre sí su exterior; mas sí descansa,
en él perdido, y olvida su vida.
Es vida, ahora, y nada más que esto;
todo exterior, su interior es expuesto;
todo interior, lo exterior se da.
Grita, dolido, y afirma su puesto;
tapa su herida y se vuelve a cerrar:
se aísla, deja de comunicar.
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