Si no me fuera tan propio este cielo
y no gritara mi nombre este mar
perdido entre las rocas, con mi faz
trazando el temporal sobre su suelo;
si no albergara en su verdor el velo
de mi primera infancia este pinar;
si estas calles no fueran mi estar;
ni sus gentes mi ser; ni ella, el recuerdo;
el olvido podría negar, hoy,
en la distancia, el molde, la horma
en la que me forjé; negar mi hogar.
Todo yo fuí de aquí; todo yo estoy
aún entre las piedras que dan forma
a esta antigua ciudad nieta del mar.
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