Ahora, desde esta soledad
este cuerpo que soy y fuímos no
contempla otra posible claridad
que aquella que movió nuestro dolor
al quebrarnos, los dos, sin unidad
previa a romper. Claridad o temor
al nuevo día, a la corporeidad
nueva que nos está siendo a los dos
mientras se desliza sobre el arcén
el roto cuerpo de un gato hecho en dos.
Nos hemos separado, y nuestro cuerpo,
incompleto, se niega con desdén
la unidad que no puede ser. Pavor
de no saber cuando nos hallaremos.
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